Los padres de Gael querían que naciese en casa, en un parto natural, y poder recordar para siempre el momento gracias a una sesión de fotografía de parto. Después de una cesárea previa en el nacimiento de su hermana mayor, y tras pasar gran parte del embarazo de nalgas, empezaron a pensar que quizás no fuese posible. Pero finalmente Gael se giró y yo recibí la llamada en la que me decían que el parto era inminente, una madrugada de sábado.
Para la mamá de Gael fue una noche larga, en la que pudo sobrellevar el dolor gracias a estar en la bañera, bajo el cuidado de las comadronas de «Néixer a casa» que estaban atentas en todo momento al estado de la madre y el bebé e hicieron un trabajo excepcional, y por supuesto gracias al padre de Gael, que supo ser el mejor apoyo, ánimo y consuelo para ella. La luz de las velas dejó paso a las primeras luces de del amanecer y Gael llegó al mundo, en el agua, rodeado de su familia al completo, con su hermana mayor recién despertada para que no se perdiese un momento tan importante.
Gael nació sereno y muy despierto, miraba a su madre a los ojos reconociéndola y descubriendo su cara por primera vez. Si Gael lloraba bastaba mecerlo un poco en el agua para que se calmase otra vez, y allí estuvo con su madre, durante unos momentos mágicos para ellos, instantes fugaces que su madre recordará para siempre. Y mientras, su hermana, no se separó de ellos prácticamente en ningún momento, observando, consolando a su madre si sentía dolor, dándole besos…
Quiero agradecer a la familia que me permitiese ser testigo de algo tan increíble, y tan íntimo. Admiro la fortaleza que demostró la madre de Gael en todo momento, a pesar de que había momentos en los que pensaba que no iba a poder, pudo con todo con una gran entereza. A primera hora de la mañana estábamos allí, en el salón de su casa completamente recogido como si no hubiese pasado nada, disfrutando de un desayuno completo que el padre de Gael había preparado para todos. Mientras en el sofá, la madre con sus «dos bebés», dándoles de mamar. Y yo me fui para casa, con muchas fotos en la cámara para editar, muchas horas de sueño perdidas, pero con energía renovada, después de ser testigo de lo que es la VIDA, en mayúsculas.
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